miércoles, 29 de octubre de 2014

AZUL VOLUNTARIO

Comentario de nuestra Vice-Presidenta Mercedes Jorquera.

AZUL VOLUNTARIO

 El sábado nos levantamos muy tempranito, los de Puente Genil a las 4,00h de la mañana, para llegar en autobús hasta la Torre del Oro, a orillas del Guadalquivir, en el embarcadero de Sevilla.
Allí aún de noche nos fuimos embarcando en el "Luna de Sevilla" 320 personas, entre voluntarios, mayores y un grupo de reclusos, que como siempre, me dejaron gratamente sorprendida, por su colaboración y disposición a ayudarnos en todo. A la entrada dos eficientes voluntarias repartían los vales para el desayuno, un café calentito que se agradeció tomar al relente del amanecer ya en el río, alejándonos de las torres de Sevilla con la brisa en la cara..
Los mayores se agolpaban para desayunar como si fuera el último café del mundo, formando un enorme revuelo que más parecía de chiquillería... 
Hasta que de pronto empezó a sonar la música, que fue animándonos a bailar con la mecida del río... Los voluntarios nos sumamos al baile mezclándonos entre todos sin perder el ritmo. Todo el mundo reía y cantaba mientras bailábamos sin parar... se respiraba alegría... teñida de azul voluntario... Azul el cielo, azul el agua, azul por todas partes...
Y así nos fuimos dejando caer por el cauce de un río lleno de vida, cuyas anécdotas históricas nos fue contando el DG de Sevilla, que dio ejemplo como un voluntario más con su polo azul puesto, micrófono en mano, captando nuestra atención cuando hablaba de fenicios, musulmanes o romanos...
Vimos pasar sobre nuestras cabezas impresionantes formaciones de aves, las manchas rosadas de los flamencos a la altura de la Puebla o Isla Mayor, los caballos en libertad sobre el verde de Doñana, las salinas llegando a la desembocadura...
Todo fue color, alegría y entusiasmo hasta llegar al destino y entonces revolución de mayores de nuevo
¡¡Desembarcamos!! Todos quieren desembarcar a la vez... Hay que volver a poner orden y yo al mando de la tropa, organizo el desembarco por Asociaciones...
A las personas mayores hay que explicárselo todo.. o protestan...
Y por fin a comer todos juntos en un restaurante que también se tiñó de azul voluntario, donde todo fueron risas y anécdotas, comentarios sobre el barco, el sol, el frío, el calor, la música... y un pescaíto frito que sabía a gloria... ¡El barco abre mucho el apetito!
A la vuelta, después de despedidas, besos y abrazos, de nuevo en el autobús, las caras cansaditas después de un día intenso, que consiguió llenar de alegre azul voluntario la soledad de nuestros mayores...

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